Carta para ti, que acabas de enterarte de que tu bebé tiene pie zambo

Hola, familia.

Si habéis llegado hasta aquí, seguramente acabáis de escuchar por primera vez las palabras “pie zambo”.
Y puede que ahora mismo tengáis la cabeza llena de dudas, emociones cruzadas y un nudo en el pecho difícil de soltar.
Os entiendo. De verdad que sí.

En mi caso no me lo detectaron durante el embarazo.
Mi hija mayor, Ohanna, nació sin ningún tipo de problema, y cuando di a luz a Halia pensé que todo sería igual.
Pero cuando justo saqué a mi hija vi la cara de mi pareja y de los médicos… y ahí, el mundo se me paró.
Sinceramente, fueron muy profesionales y me lo comunicaron con una gran sonrisa: “Tiene un problemita en los pies”.
Pero cuando me fijé… cuando vi su pie torcido… se me revolvió todo por dentro. No sabía qué era, ni cómo se trataba, ni qué futuro le esperaba. Solo sabía que me dolía.

Como di a luz en un hospital privado y no había traumatólogos hasta el lunes, ese mismo sábado empecé a buscar por mi cuenta. Fue el fin de semana más largo de mi vida.
Recién parida, hormonal, agotada y desesperada por entender qué estaba pasando. Y no encontraba casi nada claro.
Algunas personas —incluso profesionales— me decían que “habría que romper los huesos para recolocarlos”.
Más tarde sabría que eso era una salvajada.
Pero imaginaos… que a ti, pocas horas después de dar a luz, te digan algo así…

Por eso he creado este blog.

Porque aunque el pie zambo tiene tratamiento, aunque se corrige con el tiempo y hay profesionales maravillosos, también hay un proceso emocional que nadie te explica.
Y quiero estar aquí para eso.

Aquí vas a encontrar nuestra historia con Halia, consejos que me hubiera encantado recibir, respuestas sencillas y compañía.
Quiero que esta web sea tu espacio seguro. Un lugar donde puedas respirar, leer algo que te calme, encontrar una respuesta o sentirte simplemente comprendida.

Porque no estás sola/o
Porque no tienes que pasar por esto sin apoyo.
Y porque a veces, lo único que necesitamos es a otra madre que ya ha estado ahí, y te diga:
“Todo irá bien. Paso a paso. A tu ritmo. Al suyo.”

Con cariño,
Meritxell
Mamá de Halia y Ohanna